Soy enorme,
una giganta.
Camino y siento mis pies como anclas.
Me da miedo
vergüenza
estropear los jardines
espantar a los niños
ahuyentar a los pájaros.
Desde muy niña pude adivinar
la fragilidad de las cosas
cómo se arruinaban
se abollaban
se hundían
con mi tacto.
Quise no volver a tocar nada.
Nunca.
Pero no se puede vivir en este mundo sin transitarlo,
aunque sea para ir al baño.
A veces hay que
subir escaleras,
sentarse en el teatro,
en el metro, en las montañas rusas.
A veces hay que festejar los cumpleaños,
nadar en mares verdosos,
recostarse sobre un césped
juntar caracoles
besarse
llorar desconsoladamente,
pedir deseos en las fuentes,
tomarse algunas fotos obligadas,
agacharse
para atarse los cordones,
para saludar a los niños
y a la gente pequeñita…
etc
etc
etc.
Bebé gigante, Leonora Carrington, 1947