V.-
Me he adelantado al mundo y desde muy temprano bauticé la primera nube. Azucena, le puse (como una niña rosada y gordita) y fui testigo primero de la población celeste, de cómo se fueron asomando todas las otras nubes, una por una, a marcar el cielo como pasos.
En el centro de Azucena creo que hay un espejo o una bola de disco, irradia cierto brillo que opaca a las otras nubes. Azucena bien podría ser el prototipo de nube joven, adolescente, con su interior brillante forrado de vapor rosado, con su caminar lento pero perceptible, la redondez alargada y porosa de las nubes nuevas.

Sospecho que huele a cáscara de naranja caramelizada, que es un poco dulce y un poco amarga.
¿Será por eso que siempre hay pájaros merodeando sus contornos?
Azucena madruga conmigo, ella desde el cielo y yo desde la ventana y por un momento tengo la sensación de que estamos ella y yo, solas, en el mundo.